Nuestras huidas

El-mundo-es-una-huida

Tenemos la capacidad de conectar con personas con las que nos encontramos bien, nos entienden, las entendemos, los sentimientos, las razones o las emociones fluyen naturalmente y parece que todo sea más fácil..

Y en cambio tenemos la misma habilidad para estar con personas con las que nos es más difícil estar, nos enfadan, nos ponen de mal humor, a veces estamos bien, pero otras nos crispan, no las soportamos… Son realmente estas personas las que son inadecuadas, o incluso insoportables? Porquè yo no tolero determinadas actitudes en una persona y mi amigo, con el que tengo una fantástica relación y conexión, no le afecta tanto?

Las relaciones interpersonales funcionan como espejos mutuos donde proyectamos en el otro nuestros deseos, nuestras carencias, nuestros anhelos… Pero también los aspectos de nosotros mismos que no queremos ver y que se nos muestran en el otro como algo desagradable que nos provoca aversión.

Y con la misma intensidad que sentimos este malestar hacia el otro, también lo sentimos hacia nosotros mismos. Ante la aversión, ante lo desagradable, ante lo molesto, ante el malestar solemos adoptar un mecanismo automático: la huida, es decir, la EVITACIÓN.

Esta huida ante el otro puede hasta parecer lógica e inteligente: “para que voy a estar donde no me apetece? Para que voy a aguantar a quien no me gusta?…”. Pero que pasa cuando lo que no nos gusta nos acompaña a donde vamos, aparece intermitentemente, nos coge por sorpresa, no lo podemos controlar… La evitación funciona para que no nos escuchemos a nosotros mismos, y es ahí cuando lo que no queremos ver en nosotros lo vemos en el otro.

Preguntémonos cuando lo que no me gusta del otro, quizás en algún momento yo también lo he manifestado. Y sobretodo, como me siento observando esto? Hablar del otro es fácil, pero, hablar de uno mismo?

Lo contrario a la evitación es la ACEPTACIÓN. La observación y aceptación de nosotros mismos en su totalidad, en toda su riqueza, la agradable y la desagradable, la que nos provoca bienestar y la que nos provoca malestar, es un mecanismo que requiere entrenamiento y constancia, ya que la huida y la evitación son automatismos que como tales funcionan con la instantaneidad.

Marta Obiols